
Una foto. Una niña frente a un espejo en una habitación. Vestida de comunión, peinada y lista para el ritual. No está de frente, ni siquiera se está mirando en el espejo. Sus ojos se dirigen hacia un lado, como si alguien la observara por detrás y ella estuviera atenta, expectante. Una pequeña foto a la derecha de la niña muestra el rostro de la madre, joven y bella. Es a ella a quien está mirando la niña.
– Guapísima, como siempre,- dice ahora sobre su madre la mujer sentada a mi lado, la que fue la niña del espejo.
Durante el análisis de la foto, la paciente identifica que este ritual, organizado en principio para ella, resulta ser un evento cargado de expectativas y de poco disfrute para ella. Su gesto no es de alegría sino de contención y de cierta alerta. Analizamos un detalle entre las dos. Al observar la foto cuenta que el vestido que lleva no es el que ella había elegido, sino el que eligió su madre. En su gesto se aprecia la búsqueda de la mirada materna y de su aprobación ¿estaré a la altura? ¿cumpliré con lo que espera de mi? ¿seré lo suficiente buena para que no deje de quererme? Es lo único que importa en ese instante.
Ese día, por tanto no es un evento para la niña, sino para su familia, en concreto para su madre. En esa imagen se ve la relación entre madre e hija, lo que espera cada una de la otra y de sí mismas. Y esto siempre enmarcado dentro de un contexto social determinado y una cultura que atraviesan nuestro mundo relacional mas íntimo.
Las madres y las hijas son un espejo, reflejo la una de la otra, la misma materia con distinta forma, con distinta voz. Poder mirar aquellas cosas que hacemos como hijas para ser miradas por nuestras madres es fundamental para reconocer nuestra identidad como mujeres y poder iniciar el camino de la emancipación emocional. Ser quienes queremos ser, no quien quiso ella que fuéramos…
El día de la comunión es un hito en la vida de las mujeres en nuestra cultura. Es el momento en que las niñas se convierten en princesas, en el centro de atención, en el que recibirán regalos y miradas. Esta tradición representa aspectos profundos de nuestra cultura y del entramado de relaciones del sistema familiar. Es habitual que las mujeres traigan fotos de ese día cuando trabajamos la fotobiografía, una herramienta terapéutica que sirve, entre otras cosas, para recapitular la propia vida. El fin de este proceso es dar sentido a aspectos de la vida que aún no se han elaborado, a través de la identificación de guiones de vida, cosas que se repiten generación tras generación, o ver cómo funciona un sistema familiar, entre otras cosas.
En estas fotos, así como en la de otros rituales, se ven cosas valiosísimas para el proceso terapéutico. Por ejemplo, quiénes fueron invitados y quienes no, quién organizó el evento, dónde se realizó, qué significaba para la familia…
Darse cuenta de aquellas expectativas que pusieron sobre nosotrxs nos ayuda a deshacernos de ellas si es que no nos sirven, nos constriñen o limitan nuestra vida. Quizá sobran, no son nuestras. Indagar cuáles son esos mecanismo nos ayuda a ser más libres y decidir quién quiero ser, qué quiero hacer o de quiénes me quiero rodear. Así también, es importante identificar y mantener a raya nuestras propias expectativas, para que no se conviertan en otra obligación que hay que cumplir, porque si no esteremos repitiendo ese patrón que nos limita y nos carga de exigencias. Darse permiso para ser, simplemente, sin tener que llegar a ser.
Precioso artículo, que no me puede identificar más….
Agotador vivir por y para las expectativas de los demás….y muy revelador por fin darte cuenta de todo eso y del porque de muchas cosas….
Ahora toca aprender a hacer el resto del camino por y para uno mismo….. acompañado de las personas que de verdad te suman
Me ha encantado el artículo, me he sentido muy identificada y sorprendida. Me ha ayudado a poner más claridad sobre la incomodidad sobre mi ritual de comunión.
El trabajo a través de la fotografía me parece muy potente. Siento que Emilia es una gran profesional del apoyo y acompañamiento. Una ayuda inestimable.
Me ha encantado el artículo, me he sentido muy identificada y sorprendida. Me ha ayudado a poner más claridad sobre la incomodidad sobre mi ritual de comunión.
El trabajo a través de la fotografía me parece muy potente. Siento que Emilia es una gran profesional del apoyo y acompañamiento. Una ayuda inestimable.